Las necesidades emocionales cubiertas y no cubiertas de nuestra historia individual repercuten en cada etapa y área tanto a nivel personal, profesional y laboral de nuestro existir. De la misma manera, nos influyen las personas que son significativas en nuestra vida.
Nuestro niño interior determina muchas de nuestras conductas conscientes e inconscientes. Por ello la importante necesidad de trabajar con él.
Muchas veces nos asombra el cómo le hacen los niños para ser felices ante cualquier imprevisto y en cualquier lugar, encuentran el placer de vivir, de reír a carcajadas, de soñar e imaginar historias extraordinarias, cómo le hacen para reponerse, de un momento a otro, de un regaño, de un golpe sufrido tras una caída o de una discusión con sus amigos, sin guardar rencores ni remordimientos
Cuando somos adultos, y hemos entrado en un periodo en el cual nos volvemos serios, maduros, responsables, controlamos nuestras emociones, y queremos ser ejemplo con nuestras conductas, eso, en ocasiones, nos conduce a frustraciones y a dejar de lado, por conductas impropias.
Los programas recibidos en la infancia llegan a afectarnos de tal manera que no logramos de adultos tener éxito, vivimos frustrados e insatisfechos, nos sentimos devaluados.
La necesidad de rescatar a ese Niño Herido puede significar el reencuentro con una vitalidad renovada y una creatividad ilimitada: Vivir con plenitud nuestro presente.
Es vital conocer de qué forma se ha quedado ese niño en nuestro interior.
Nuestro espíritu infantil es el más genuino, porque es el más original, y el menos condicionado de nuestra personalidad, permítete: